
- I -
Hay cosas, sin embargo, que no vio, mas las escuchó de otros hombres sinceros y veraces. Por lo cual referimos las cosas vistas por vistas y las oídas por oídas para que nuestro libro resulte verídico, sin tretas ni engaños.
Y todo hombre que leyere y entendiere este libro debe creer en él, pues todas estas cosas son verdad, y os certifico que desde que Dios nuestro Señor plasmó con sus manos a Adán y Eva, nuestros primeros padres, hasta hoy día, no hubo cristiano ni pagano ni tártaro ni indio ni hombre alguno de ninguna generación que tanto supiere ni buscare como el dicho mi señor Marcos averiguó y supo; por eso os digo que sería gran desventura no quedaran escritas todas las grandes maravillas que vio y oyó para quelas gentes que no las vieron ni conocieron tengan de ellas razón en este libro. Y os repito que para enterarse de ello vivió en estas diferentes regiones y provincias más de veintiséis años.
Y ello fue que, estando encarcelado en Génova, hizo exponer todas estas cosas a maese Rustichello de Pisa, que se hallaba también en la misma prisión en el año 1298 del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Fue en tiempo de Baduino, emperador de Constantinopla en el año 1250 de la Encarnación de nuestroSeñor Jesucristo: Hallándose con sus mercancías en Constantinopla, procedentes de la ciudad de Venecia, micer Nicolás Pol (padre de Marco Polo) y su hermano micer Mafeo Pol, prudentes, nobles y avisados comerciantes, reuniéronse en consejo y decidieron embarcar en la mar grande para hacer prosperar sus asuntos. Después que hubieron comprado joyas de gran valor, partieron de Constantinopla en un barco hacia la tierra de Soldadía.
Cuando hubieron residido un tiempo en Soldadía decidieron irse aún más lejos. Pusiéronse en camino, y tanto cabalgaron que no hubo aventura que les detuviese hasta que llegaron al reino de Barca Caan, que era dueño de una parte de Tartaria, situada entre Bolgara y Sara. Barca Caan recibió con grandes honores a micer Nicolás y micer Mafeo y celebró con regocijo su llegada. Los dos hermanos diéronle las joyas que habían traído. Aceptolas Barca con gran complacencia y le plugieron muchísimo. Hízoles entonces entregar dos veces tanto cuanto valían las joyas y les invitó a pasar una temporada en varias partes del reino, en donde halláronse con gran contentamiento.
Al año de residir en tierras de Barca              encendiose una guerra entre Barca y Alan, señor de los tártaros              de Levante. Fuéronse el uno contra el otro con gran violencia,              combatiéronse ferozmente y hubo gran pérdida de gentes de una              parte y otra, y Alan fue vencedor. Y en estas circunstancias no hubo hombre que              pudiera pasar por esos caminos sin caer prisionero, y como ésa era la              dirección por donde habían venido y sólo podían              seguir en dirección contraria, los dos hermanos se dijeron: «Ya              que no podemos volver a Constantinopla con nuestras mercancías, sigamos              hacia Levante; así podremos volver quizá a tierras del              soldán». Se equiparon convenientemente y se separaron de Barca,              yéndose a una ciudad denominada Uchacca, que era al confín sur              del reino de este señor. Y partiéronse de Uchacca pasando el              Tigre, atravesando un desierto que era largo diecisiete jornadas, no              encontrando a su paso ni ciudades ni castillos, sino tribus tártaras que              vivían del pastoreo en sus tiendas de campaña.
